"La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús", Filipenses 4:7
El 7 de diciembre de 1941, un avión de guerra japonés, piloteando Mitsuo Fuchida, despegó del portaaviones Akagi. Fuchida dirigió el ataque sorpresa a la flota de los Estados Unidos en el Pacífico, en Pearl Harbor, Hawai.
Durante los años de guerra siguientes, Fuchida continuó volando; a menudo, escapando por poco de la muerte. Hacia el final del conflicto bélico, se sentía desilusionado y amargado.
Unos cuantos años más tarde, escuchó una historia que despertó su curiosidad espiritual: Una joven cristiana, cuyos padres habían sido asesinados por los japoneses durante la guerra, decidió servir como misionera a los prisioneros nipones. Impresionado, Fuchida comenzó a leer la Biblia.
Al leer las palabras de Jesús desde la cruz: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", entendió por qué la mujer podía mostrar bondad a sus enemigos. Ese día, Fuchida le entregó su corazón a Cristo.
Al convertirse en predicador y evangelista laico para sus conciudadanos, este ex combatiente demostró "la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento", paz que disfrutan aquellos que han confiado en Cristo y han hecho "conocidas sus peticiones delante de Dios".
La verdadera paz no es la ausencia de guerra; es la presencia de Dios.
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