Misión

Misión: Ser un sitio que brinde ayuda de manera oportuna a cada uno de los lectores teniendo como base la Palabra de Dios.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cuando la vida es demasiado grande

1 Reyes 3:4-14


"Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre, y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir", 1 reyes 3:7


De joven, Jimmy Carter fue suboficial en la Marina de los Estados Unidos, y quedó profundamente impactado por el Almirante Hyman Rickover, el cerebro detrás de la flota de submarinos nucleares de ese país.

Al poco tiempo de su asunción como presidente, invitó a Rickover a la Casa Blanca a almorzar. En esa ocasión, el almirante le obsequió a Carter una placa que decía: "Oh Dios, tu mar es tan grande y mi barca tan pequeña". Esa oración fue una perspectiva útil del tamaño y la complejidad de la vida y de nuestra incapacidad para manejarla por nuestra cuenta.

Salomón también sabía que la vida podría ser abrumadora. Cuando sucedió a su padre David como rey de Israel, le confesó su debilidad a Dios, diciendo: "Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre, y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir". Como resultado de ello, pidió sabiduría para gobernar de una manera que agradara a Dios y ayudara a los demás.

¿Sientes que la vida te queda grande? Puede que no haya respuestas fáciles para los desafíos que enfrenas, pero Dios promete que, si le pides sabiduría, Él te la dará. No tienes que enfrentar tú solo los abrumadores desafíos de la vida.

Reconocer nuestra pequeñez puede hacernos abrazar la grandeza de Dios.

martes, 7 de diciembre de 2010

Inimaginable

Apocalipsis 21: 1-8


"Cosas que ni ojo vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" 1 Corintios 2:9


Un catedrático de una universidad cristiana percibió que sus estudiantes tenían una opinión distorsionada del cielo; lo consideraban un lugar estático y aburrido. Así que, para estimularles la imaginación, les hizo estas preguntas:
"¿Desearían despertarse mañana para descubrir que la persona a la que aman con la mayor de las pasiones los ama aún más? ¿Despertarse escuchando música que siempre les ha encantado, pero que nunca antes habían escuchado con semejante gozo infinito? ¿Levantarse con el nuevo día como si acabaran de descubrir el Océano Pacífico? ¿Despertarse sin sentirse culpables por nada en lo absoluto? ¿Mirar en lo más recóndito de su ser y que todo lo que vean les guste? ¿Despertar respirando a Dios como si Él fuera el aire? ¿Estar encantados de amarlo? ¿Y, por si fuera poco, amar a todos los demás?"


Todos los estudiantes levantavan la mano en respuesta a esas intrigantes preguntas del profesor. Si así es como será el cielo, e infinitamente mucho más, entonces ciertamente quisieran estar allí.


"Vos, pues, a preparar un lugar para ustedes", dijo Jesús a sus discípulos en Juan 14:2. Todos compartimos el deseo de estar en ese hogar glorioso para siempre. Es un lugar de dicha indescriptible. ¡Y la bendición suprema será la presencia misma de nuestro Señor Jesucristo!


Los mayores placeres de la tierra no pueden compararse con los gozos del cielo.

Ayuda con el jonrón

1 Pedro 4: 7-11


"Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios". 1 Pedro 4:10


Sara Tucholsky, jugadora de softball para la Universidad de Western Oregon, bateó el primer jonrón de su vida en un juego contra Centra Washington. Pero casi no logra crédito alguno por ello. Al correr a primera base, de la emoción se le olvidó tocarla. Cuando dio media vuelta para corregir su error, se lastimó la rodilla. Llorando, regresó muy lentamente a la base. Según las reglas, ella tenía que tocar las cuatro bases por su cuenta para que se contara el jonrón, sus compañeros de equipo no podían ayudarla de ninguna manera.


Luego Mallory Holtman, la jugadora de primera base del equipo contrincante, se pronunció: "¿Estaría bien si la llevamos en brazos?" Después de consultarlo, los árbitros estuvieron de acuerdo. Así que Mallory y otra compañera juntaron sus brazos a modo de silla y llevaron a Sara a cada una de las bases. Para cuando terminaron la ronda, muchos estaban llorando ante este desprendido acto de compasión, y a Sara le contó el jonrón.


La lección para los seguidores de Cristo es clara. Cuando nuestros compañeros en la fe tropiezan y caen, tenemos que seguir el ejemplo de estas jugadoras. Tendámosles la mano, levantémoslos y llevémoslos en nuestros brazos. Es una maravillosa oportunidad de ministrar a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.


Nadie que aligera las cargas de otro es inútil en este mundo.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Confesión y acción de gracias

Nehemías 9: 32-37


"Y en tu mucho bien que les diste... ellos no te sirvieron", Nehemías 9:35


Durante un servicio de adoración un domingo, nuestra congregación hizo esta oración de confesión al unísono: "Dios de gracia, al igual que muchos creyentes que nos precedieron, nos quejamos cuando las cosas no salen como deseamos. Queremos abundancia de todo más allá de los suficiente para sustentarnos. Preferiríamos estar en otro lugar que donde nos encontramos en este momento. Preferiríamos tener los dones que les das a otros que los que provees a nosotros. Preferiríamos que Tú nos sirvieras en vez de servirte nosotros. Perdona nuestra falta de gratitud por lo que nos das".


La abundancia no es garantía de agradecimiento ni de acción de gracias. Puede que la prosperidad incluso aleje nuestros corazones del Señor. 


Cuando varios exiliados judíos regresaron de Babilonia con Nehemías para reconstruir los muros de Jerusalén, confesaron sus pecados y de sus padres. Oraron: "nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu ley... Y ellos en su reino y en u mucho bien que les diste, y en la tierra espaciosa y fértil que entregaste delante de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras".


La confesión es un poderoso preludio a la oración de acción de gracias. La obediencia es el Amén.


La confesión abre la puerta a la acción de gracias.

Un legado de arrepentimiento

 Salmo 51


"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado" Salmo 51:17


Todas las naciones tienen héroes, pero puede que Israel sea la única que haya elaborado una literatura épica acerca de los fracasos del más grande de sus héroes. Ese elocuente salmo muestra que Israel, recordó a David más por su devoción a Dios que por sus logros políticos.


Paso a paso, el salmo lleva al lector por todas las etapas del arrepentimiento. Describe las constantes repeticiones mentales, la culpa que nos carcome, la vergüenza y finalmente, la esperanza de un nuevo comienzo, que surge del verdadero arrepentimiento.


De una manera extraordinaria, el Salmo 51 revela que la verdadera naturaleza del pecado es una relación rota con Dios. David clama: "Contra ti, contra ti solo he pecado". Observa que los sacrificios que el Señor quiere son el espíritu quebrantado, el corazón contrito y humillado. David cuenta con esos elementos.


En su oración, busca el bien que podría surgir de su tragedia y ve un rayo de luz. Tal vez, al leer esta historia de pecado, otros podrían evitar las mismas dificultades, o al leer su confesión, podrían llegar a tener la esperanza de llegar a ser perdonados. La oración de David es contestada y se convierte en su gran legado de monarca. El mejor rey de Israel ha caído hasta lo más bajo. Pero ni él, ni nadie, pueden caer más allá del alcance del amor y el perdón de Dios.


El arrepentimiento es el terreno donde florece el perdón.

La guerra... Luego la paz

Lucas 23:32-43

"La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús", Filipenses 4:7

El 7 de diciembre de 1941, un avión de guerra japonés, piloteando Mitsuo Fuchida, despegó del portaaviones Akagi. Fuchida dirigió el ataque sorpresa a la flota de los Estados Unidos en el Pacífico, en Pearl Harbor, Hawai. 
Durante los años de guerra siguientes, Fuchida continuó volando; a menudo, escapando por poco de la muerte. Hacia el final del conflicto bélico, se sentía desilusionado y amargado.

Unos cuantos años más tarde, escuchó una historia que despertó su curiosidad espiritual: Una joven cristiana, cuyos padres habían sido asesinados por los japoneses durante la guerra, decidió servir como misionera a los prisioneros nipones. Impresionado, Fuchida comenzó a leer la Biblia.

Al leer las palabras de Jesús desde la cruz: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", entendió por qué la mujer podía mostrar bondad a sus enemigos. Ese día, Fuchida le entregó su corazón a Cristo.

Al convertirse en predicador y evangelista laico para sus conciudadanos, este ex combatiente demostró "la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento", paz que disfrutan aquellos que han confiado en Cristo y han hecho "conocidas sus peticiones delante de Dios".

La verdadera paz no es la ausencia de guerra; es la presencia de Dios.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Devío

Hebreos 2: 1-9


"Por tanto, es necesario que con más diligencia  atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos". Hebreos 2: 1


En la película de 1923 Our Hospitality (Nuestra hospitalidad), el comediante y acróbata Buster Keaton realizó una osada proeza cerca de una cataratas. Una cuerda de aguante, llamada cable de "retención", escondida en el agua y atada a él, le impedía ser llevado hacia las cataratas.


Durante la filmación, el cable se rompió, y Keaton fue arrastrado hacia las cascadas. Él se las arregló para asirse de una rama que colgaba, a la que se aferró hasta que el equipo pudo rescatarlo. La dramática escena aparece en la película terminada.


Ser desviado hacia peligros no buscados puede dar resultado para las emocionantes secuencias de una película. sin embargo, en la vida real los peligros de este tipo generalmente se marcan con señales de advertencia para evitar que las personas se aventuren por caminos que les causen daño.


De manera similar, la Biblia nos ha brindado señales de advertencia en cuanto a desviarnos de la seguridad de la Palabra de Dios. "Por tanto, es necesario que con más diligencia  atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos" (Hebreos 2: 1).


Es fácil desviarnos cuando no nos aferramos a la Palabra de Dios por medio del estudio y la reflexión. Al igual que una corriente rápido, las atracciones de este mundo caído nos llevan hacia el pecado. Pero al meditar en las Escrituras y buscar la guía del Espíritu Santo, aprendemos la realidad de nuestra ancla espiritual y nos mantenemos seguros, incluso en los peligros de la corriente del mundo.


La brújula de la Palabra de Dios te mantendrá lejos del naufragio espiritual.